Seguidores

viernes, 13 de mayo de 2011

Es tonto aquel que tropieza dos veces con la misma piedra. Aún lo es más aquél que busca a la piedra para tropezar, pero no más que el que después de buscarla y haberse roto a sí mismo infinidad de veces contra el suelo, mientras la piedra disfruta con tal penosa escena, sigue empeñado porque sí, porque sí, porque sí y porque sí. Somos tan simples que puede que no tengamos otra razón mejor distinta a la más pura obsesión. Aunque parezca mentira desde la voz de la experiencia se puede llegar a ser así de imbécil hasta que de una de las hostias, que parecía no tener nada diferente a las demás, una piedrecita insignificante consigue abrirte los ojos, solo entonces te das cuenta de lo que tú mismo has estado empeñado en perderte todo este tiempo por una jodida piedra para la cual no eras más que mero objeto de diversión.



No hay comentarios:

Publicar un comentario