Sentada en un parque me hice una herida con la inicial del chico que me gustaba. Me levantaba todos los días la costrilla para que me dejase cicatriz y así no olvidarle nunca. Juraba que era el amor de mi vida.
- Bueno como todos los críos ¿no?
No, como todo el mundo. El primer amor y el último se sienten igual; eso, es lo que se tarda en entender.
- ¿Y cuándo te diste cuenta tú?
Pues cuando dejé de rascarme. Llega un día en el que te das cuenta que en esa pareja sólo quedas tú. Y que lo único que te ata a él es esa herida, y que haciéndola sangrar no mantienes vivo su recuerdo; si no, el dolor de su pérdida.
lunes, 16 de abril de 2012
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